Reconoce y comprobarás que ocurre algo diferente
Cuando nos sentimos agradecidos, normalmente le hacemos saber a la otra persona que su comportamiento ha tenido consecuencias valiosas para nosotros, que nos ha dado algo importante y positivo. También, el reconocimiento puede nacer de la opinión de que hay algo en lo que la otra persona dice o hace que nos sirve de modelo, que nos impulsa a aprender de él. En este caso, también le hacemos saber que le reconocemos una virtud que nos parece valiosa y apreciable y que supone un ejemplo que nos anima a crecer y a esforzarnos por ser mejores personas.
Dar reconocimiento es dar una prueba de atención, verbal o no verbal, positiva o negativa, y en todos los casos intencionada, mediante la cual muestro a la persona que es importante para mí, tanto ella como su trabajo o responsabilidad.
La expresión del reconocimiento tiene un poder evidente en la mejora de las relaciones profesionales y crecimiento personal. Damos al otro la posibilidad de que conozca mejor su identidad pública, es decir, la imagen que tengo de él, la valoración que hago de su modo de actuar. Esta visión de “lo que el otro piensa sobre lo que yo hago” es muy importante y necesaria para profundizar en la comprensión de uno mismo, de las habilidades y fortalezas disponibles. Desde este punto de vista, el reconocimiento es una potente herramienta de aprendizaje.
La ausencia de reconocimiento incondicional, la falta de atención positiva o negativa a la persona y a lo que ésta hace, es aún peor que la crítica a su conducta o hechos concretos o incluso a su persona.
Si cuando reconocemos generamos una corriente de empatía que nos conecta con el otro, mejora las relaciones y potencia el crecimiento, cuando las expresiones de reconocimiento escasean o se emplean de manera inadecuada en una organización, las relaciones se resienten. Cuando una persona se esfuerza por ayudar a otra y ofrecerle lo mejor de sí misma y encuentra a cambio falta de reconocimiento o de gratitud de manera reiterada, acabará juzgando como injusto lo que la otra persona está haciendo (o dicho más apropiadamente, lo que el otro no está haciendo). Es probable que, en consecuencia, aparezca el resentimiento y la relación se deteriore. La falta de gratitud y de reconocimiento ha roto muchas relaciones de pareja, familiares, de amistad, o laborales.
Practica el reconocimiento siempre que puedas. Pruébalo también con tu familia, en casa, en la calle, con las personas que te atienden en una tienda… Comprobarás que ocurren cosas diferentes en los diferentes ámbitos, que las relaciones mejoran y se consolidan, incluso que tú te sientes mejor. El reconocimiento genera una corriente emocional positiva que afecta tanto a quien lo recibe como a quien lo emite. Si es sincero sería como si dar fuera recibir. También comprobarás que, al incrementar la práctica, los que te rodean también tenderán a hacerlo de forma progresiva. En última instancia, generarás relaciones más profundas, valiosas y positivas.