Aquella niña aún vive en ti.
Desde que naciste te miraste en los ojos de quienes te rodeaban y comenzaste a dar valor y medida a lo que hacías viendo el impacto en aquellas personas. Decidiste tu valía en función de cómo reaccionaban. Aprendiste a partir de cómo interpretaban el mundo aquellas personas que te rodeaban.
Entender qué mensajes y creencias compraste en tu infancia y quedaron en tu subconsciente será una tarea importante. En aquellos primeros años, en aquella casa, en aquel parque, están las claves de por qué te relacionas hoy de una determinada manera. Son patrones aprendidos e inconscientes. Comportamientos que repites de forma automática.
La relación inicial contigo misma y los demás sirvió de patrón para todas las relaciones futuros. Llevas a cuestas una forma de relacionarte con los demás que influye en tus sentimiento de seguridad en cómo interpretas las reacciones de los demás hacia ti y en cómo eres capaz de mantener relaciones íntimas y seguras.
¿Tienes relaciones ansiosas, distantes, o que evitas? ¿Te relacionas de forma segura y positiva, disfrutas de la intimidad, te comunicas de forma eficaz tus necesidades y sentimientos, compartes éxitos y fracasos?
Aunque tus relaciones depende de tres factores, la familia que te toca en suerte, tu genética y tu educación; tu cerebro es plástico y puedes cambiar aquello que logres comprender si decides que así sea. Puedes intentar comprender tu forma de relacionarte con los demás, descubrir qué patrones has heredado y gestionarlos de forma consciente para lograr cambios.