Puede que no te permitas quejarte cada vuelta al trabajo. Puede que sientas agradecimiento por tener un trabajo dónde acudir o volver cada 1 de septiembre. Puede que pienses en lo positivo que supone encontrarte con las personas de tu equipo, retomar un horario y sus rutinas, incluso que seas capaz de ver las ventajas de madrugar y despertarte al sonido del despertador.

Y puede que sientas pereza. Trabajos y actitudes que se han convertido en un hábito  y que por ser frecuentes, te parecen normales, aunque algo en ti te dice  que “eso” no es normal, ni natural.

Escucha a tu pereza, trátala con amabilidad, no te culpes por sentirla. Comprende de dónde viene y para qué la sientes. Escucha el mensaje importante que te trae. ¿Qué puedes hacer o dejar de hacer?. Y lo más importante preguntate ¿cómo quieres vivir este comienzo y tu relación con tu trabajo? . Recuerda que en tus manos está el qué y el cómo trabajar.

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