Más personas de las que pensamos conviven con esas emociones que calificamos como desagradables cuando comienzan su trabajo tras verano. Un silencioso sufrimiento que educadamente ocultamos delante de personas desempleadas y que resignadamente callamos considerando el trabajo un derecho, una obligación o una necesidad si queremos cobrar al final de mes para cubrir necesidades básicas o creadas como gozar con un nuevo viaje el próximo verano.

De poco nos sirve que medios televisivos, prensa y redes sociales nos invadan las primeras semanas de septiembre con listados de consejos y trucos para paliar lo que han querido tipificar con el nombre de “depresión o síndrome postvacacional”. Desde los conocidos consejos de planificar la vuelta unos días antes, adaptar nuestro horario, descansar 8 horas, incorporar los primeros días una actividad de ocio, pensar en positivo o ver lo bueno de volver a encontrarte con amistades del trabajo, hasta recordarnos que llevemos una dieta nutritiva equilibrada incorporando proteínas y Omega 3 o que decoremos nuestro espacio de trabajo con plantas.

Estas rutinas que nos preparan física, mental y emocionalmente para “sobrellevar” septiembre alivian pero no curan ( si es que de curar algo se tratara ). Miran los síntomas pero no las causas de unas emociones que están ahí también a lo largo del año para recordarnos algunas cuestiones de base.

Creencias desfasadas y la carrera de retos pasa factura más a ciertas edades, pero ocurre en cualquier trabajo, nivel de la organización y a cualquier tipo de profesionales autónomos o vocacionales. El ser humano no ha nacido para ser una máquina productiva si no para desplegar nuestros dones y talentos.

Sin embargo hemos sido entrenados y entrenamos a nuestros hijos y a nuestras hijas para que estén preparados para sobrellevar un horario laboral necesario en la antigua era industrial y en un trabajo actual que puede o no coincidir con nuestras habilidades.

Cumplir ciertos horarios, sin mirar nuestro biorritmo natural y sin atender con flexibilidad a situaciones personales escuchando a Kairos, gastar 8 horas o más en un puesto de trabajo en el que no puedes desarrollar tus dones y talentos no es natural o normal, aunque sea frecuente. No comprendemos el derecho a la pereza aunque todos entendamos el derecho al barbecho.

Nos prepararon para el trabajo y no tanto para la resiliencia. Y lo más importante: olvidaron enseñarnos ( o nosotros no aprendimos ) a cuestionarnos las creencias que nos enseñaron. Podemos aprender cómo empezar cada septiembre con ilusión y motivación. Y como me gusta compartir contigo lo que voy aprendiendo, durante este mes te contaré cómo :

Conocerte a ti mismo, conocerte a ti misma y tomar conciencia de la situación.

Poner en tu vida el propósito de recordar tu propósito y desplegar tus dones y talentos.

Reparar la avería en el Botón On-OF , el encendido- apagado de tu mente.

Convivir con la mala de la película, la fuerza de voluntad o la simple decisión de cambiar un hábito por otro.

Que tengas un mes de septiembre lleno de ilusión y pasión !

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